Después de cerrar la empresa en la que fabricaba formas continuas en sociedad con dos hermanos, decide migrar a la ciudad de Querétaro donde incursiona en la industria restaurantera, especializándose en área vinícola, pero al tiempo comienza en el área de bienes raíces pues la disposición de tiempo así lo permite y aquí se enfoca en el corretaje de ranchos agrícolas.

​

La inminente llegada de su nieta que lo convertirá en abuelo lo dirige a San Miguel de Allende, donde tiene la fortuna de enrolarse en RE/MAX Colonial, rama de la empresa más grande y prestigiada en el negocio inmobiliario de todo el mundo y desde luego de México.

​

Desde 2016, en RE/MAX aprende que aprender sobre el apasionante mundo de los bienes raíces es casi un arte cotidiano para satisfacer la que es casi siempre inversión de vida, de manera que encontrar no solo la propiedad que satisfaga las necesidades de quien invierta, pero también debe significar el más alto valor como inversión, asunto que se logra solamente a través de esfuerzo y honestidad, lo que ha condicionado que Enrique no tiene clientes si no amigos que se quedan con él para siempre.